Elizabeth Kübler Ross, en su libro «La muerte, un amanecer», considera lo que es la vida después de la muerte física: «En el momento de la muerte hay tres etapas. La muerte física del hombre es idéntica al abandono del capullo de seda por la mariposa. El capullo de seda y su larva pueden compararse con el cuerpo humano. Un cuerpo humano es como una casa ocupada de modo transitorio. Morir significa mudarse a una casa más bella.
Desde el momento en que el capullo de seda se deteriora irreversiblemente, va a liberar a la mariposa, es decir al alma. En la segunda etapa, cuando la mariposa -siempre en lenguaje simbólico- ha abandonado su cuerpo, se vivirán importantes acontecimientos que es útil que conozcan anticipa-damente para no sentirse jamás aterrorizados frente a la muerte. Estarán provistos de energía psíquica, así como en la primera lo estuvieron de energía física.
Desde el instante en que la conciencia falte, cuando el capullo de seda esté deteriorado al extremo que ya no puedan respirar y que las pulsaciones cardíacas y ondas cerebrales no admitan más mediciones, la mariposa se encontrará fuera del capullo que la contenía; al liberarse del capullo se llega, como decíamos, a la segunda etapa, la de la energía psíquica.
Desde el momento en que somos una mariposa liberada, es decir, desde que el alma abandona el cuerpo, advertirán enseguida que están dotados de capacidad para ver todo lo que ocurre en el lugar de la muerte, en la habitación del enfermo, en el lugar del accidente, o allí a donde hayan dejado su cuerpo.
En esta segunda etapa también se darán cuenta que se encuentran intactos nuevamente, los ciegos pueden ver, los sordos o los mudos oyen y hablan otra vez. En general son esperados por la persona a la que ustedes más aman. Siempre la encontrarán en primer lugar. También pasarán por un túnel, después de este pasaje, una luz brilla al final. Se sentirán llenos del amor más grande, indescriptible e incondicional que se puedan imaginar, y en esta presencia vivirán la comprensión sin juicio, un amor sin juicio, y se darán cuenta de que toda esta vida acá abajo no es más que una escuela en la que deben aprender ciertas cosas y pasar ciertos exámenes.
En esta Luz, deberán mirar toda su vida terrestre; estarán en la tercera etapa. Ahora sentirán que poseen el conocimiento, interpretarán todas las consecuencias que han resultado de cada uno de sus pensamientos, palabras y actos…”