Hoy en día muchas personas están dispuestas a enfrentar las experiencias con sus propios recursos y tomar decisiones que les permitan estar saludables sin comprometer su salud intentando conseguir los propósitos que determinan las modas o el marketing.
Darse un tiempo para relajarse, comer tranquilo, descansar adecuadamente, y estar con la familia y a los amigos son las condiciones necesarias para crear un estado de ánimo que lleve a una salud perfecta.
El trabajo es salud cuando no monopoliza la vida y, cuando cumple con la vocación y no impide el desarrollo de las otras áreas de la personalidad ni la comunicación con los otros.
Las pastillas no alcanzan para enfrentar las frustraciones, son paliativos, el resto es una cuestión de aceptación de la realidad tal cual es, sin aferrarse a metas inalcanzables; porque se ignora la poderosa capacidad que tiene el ser humano para adaptarse a todas las circunstancias.
La propaganda tiene el poder de convencer y lleva a la mayoría hacia el lado que le reporta mayores beneficios, sin que se den cuenta de que es esa manipulación la que la enferma.
Nuestra vida depende de nosotros mismos y de nuestras actitudes, no dejemos que otros nos manejen y que nos digan cómo tenemos que vivirla, qué tenemos que usar, comprar, comer, para “pertenecer” a esa mayoría que no tiene conciencia propia.
Acepto mi entorno, trato de comprenderlo y cambio mi conducta; decido capacitarme en lo que me gusta, comienzo a pensar que yo puedo, no me importa si cambia mi imagen, no estoy solo porque formo parte del mundo y tengo posibilidades como todos, hay gente que me quiere y siento que cuanto más crezco y me desarrollo mi entorno también crece y se desarrolla.